Como madre lesbiana que soy conozco a otras muchas madres lesbianas. Y como mujeres que somos acabamos hablando siempre (o casi siempre) de sexo. Después de hablar de pañales, cacas, papillas, lo cara que es la ropa de los peques y lo cansadas que estamos de estar todo el día pendientes de ellos y ellas, todavía nos queda un poquito de saliva para contarnos cómo y cuándo lo hacemos.
He de decir que, como en botica, hay de todo. No os vayáis a pensar que el ser madres nos resta hormonas y no necesitamos del sexo, no. Lo necesitamos y hasta diría que más que el resto de las mujeres. ¿Por qué? Muy sencillo. Nos pasamos el día entero pendiente de enanos que te reclaman constantemente durante todas las horas que están despiertos e incluso alguna vez mientras duermen. Tu sexualidad está digamos que dormida y oyes tantas veces al día la palabra mamá que te llegas a olvidar la mayor parte del tiempo de que también eres mujer y tienes tus necesidades. Y aquí es donde llego a la conclusión de que cuando te acuerdas que eres mujer y que tienes una necesidad imperiosa de sexo tus hormonas vuelven a ti con más fuerza si cabe.
VER: Preservación de la fertilidad
Pero ¿Cómo es el sexo de unas madres lesbianas? (extensible también a padres gays y parejas heterosexuales). Pues es sexo silencioso, sí, sí, silencioso. Es muy frustrante. Te acercas por detrás a tu mujer con mirada lasciva mientras termina de recoger la cocina, la abrazas y le dices (le susurras) al oído “ya se ha dormido”. ¡Sí, sí, sí! Por fin un día se ha dormido antes de la una de la madrugada y puedes ser persona antes de caer en estado catatónico en la cama. Entonces, tras la risilla nerviosa de tu mujer, que ya se imagina lo que va a pasar, os vais metiéndoos mano por el pasillo y alguna tiene que decir “shhhhhhhh, que se despierta el niño” hasta que llegáis al dormitorio. Y ahí es donde empieza lo fastidiado porque ¿Cuánto hace que no hacéis el amor? Uff, mucho. Lo que quiere decir que hay ganas. Y cuando te empiezas a poner en situación te olvidas de que eres madre y entonces te da la risa nerviosa, empiezas con los “uhh”, “ahh”, “joder”, “sigue” y demás palabras que todas conocemos y cuando sólo te falta poner los ojos en blanco ¿Qué pasa? En efecto, que tu hijo o hija se despierta. Si es peque has tenido suerte porque llorará y te cortará el rollo un ratito, te levantarás a ver qué le pasa y si se duerme pronto… Pero ¿Qué pasa si no es tan peque? Pues que lo tienes delante de tus narices con los dedos metidos dentro de las orejas para no escuchar tus gemidos y mirándote seriamente te suelta “no hagáis tanto ruido que no puedo dormir”. ¡Hala! Se acabó lo que se daba y encima se te queda la cara y el cuerpo de culpabilidad por crearle a tu hijo o hija un trauma para toda la vida.
Y es por eso que la próxima vez tendréis más cuidado y cuando se duerma tendréis sexo, SI, pero SEXO SILENCIOSO.
Ya sabemos cómo y cuándo pero ¿Qué tipo de prácticas sexuales tienes una vez que eres madre?, ¿son las mismas o cambian? Para ser estrictas habría que preguntar a muchísimas mujeres para dar una respuesta ponderada, pero no puede ser. Así que como ya he dicho que tengo muchas amigas que son madres, pues me ceñiré a este grupo para realizar mi estudio personal.
Después de preguntar y preguntar y tener que escuchar a mi amigas hablarme de sus relaciones sexuales (cosa que no me era necesario saber) he llegado a la siguiente conclusión: En la mayoría de los casos el sexo es ocasional, una vez a la semana o una vez cada dos, en silencio, por supuesto, por si se despiertan y, además, cualquier ruido te hace perder la concentración. Eso sí, no hay que dejar pasar más de dos semanas si no queréis correr el riesgo de convertiros en compañeras de piso. A veces, hay que hacer un pequeño esfuerzo, no porque tu mujer no te atraiga, sino por el cansancio que trae el día a día. Luego, si duermes con tu hij@ tenemos otro problema: que no se despierte mientras le haces cositas a tu chica. Que no llore y pida teta o empiece a girar en la cama hasta que tengas que hacerlo en la alfombra. También suele pasar que depende de las épocas y del estrés que se tenga. Cuanto más trabajo menos sexo. Cuanto más pequeños son los niños menos sexo. Ante cualquier imprevisto menos sexo.
Lo que también me ha quedado muy claro es que no debería importar la cantidad de veces que puedas hacer el amor con tu mujer sino que las veces que lo hagas disfrutes de ello, de los sentimientos que te despierta el hacerlo, de lo bueno que hay en haceros disfrutar, de lo bonito que es el mirar a tu chica por la mañana y llegar tarde a trabajar sólo porque su postura al dormir te ha resultado sugerente y no has podido evitar el acariciarla, de los ratitos pequeños y de los de horas. Está claro que tener niños no es lo mejor para el sexo, pero ¡son tan monos!
Esperamos que os hayáis echado unas risas al menos si os habéis sentido identificadas y, si no, que os lo toméis a modo monólogo y os felicitéis por la suerte que tenéis de tener peques marmotas que no se enteran de nada jejeje.
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